lunes, 18 de mayo de 2015

Y llegó el final.



No se muy bien porque; pero todo lo que me ha ido pasando en este mes largo tiene un sentido y en algunos casos una estrecha relación entre distintos sucesos:
He podido comparar un Camino de Santiago más burgués con otro más austero, la gran cantidad de peregrinos que me encontré en algunas etapas y la menor afluencia de peregrinos que pude ver en el Epílogo. Así como la diferencia de calidad entre ambos, sobre todo de los peregrinos. En las últimas etapas, aunque en menor cantidad, los peregrinos han sido más auténticos, hay menos hipocresía, etc.
Pero lo más fuerte es lo que me sucedió en la primera etapa y en la última; en mi primer desayuno y en el último. El primero en Burguete, en una cafetería desde donde veía el cuartel de la guardia civil, protegido por una impresionante muralla-bunker de hormigón y con cámaras de vigilancia por todas las esquinas. El último, en un bar junto a las dunas de la playa, que hay dos kilómetros antes de llegar a Fisterra.
No voy a relatar aquí la historia, porque pienso que debo respetar la intimidad de la persona que me contó una pequeña parte de su vida. Sólo diré que es un círculo que se cierra entre principio y final de mi Camino.
Otro círculo que se ha cerrado, este menos interesante que el anterior, consiste en que cene y dormí el primer día en Roncesvalles, al lado de un tejano de Houston y el último día en Santiago, cene y dormí al lado de un mexicano de Monterrey. Uno a cada lado de la misma frontera. El tejano joven y fuerte. El mexicano de 75 años, pero fuerte también, la prueba es que termino su camino desde Roncesvalles a Santiago.
He vivido las sensaciones de dos ritmos de vida diferentes. El ritmo que mantenemos cuando caminamos te permite ser más consciente de todo cuanto re rodea, seres y objetos. El ritmo frenético que seguimos la sociedad actual, hace que muchos detalles no puedan ser percibidos y vividos.
El camino también nos enseña a valorar más y mejor las pequeñas cosas, esos matices que tienen nuestras vidas, esas pequeñas comodidades que disfrutamos en nuestros hogares sin valorarlas en su justa medida.
Una paradoja de mi Camino, ha sido el vivir el momento de mayor solidaridad, en el momento más tenso y desagradable, cuando en Vilacerio no había sitio para pernoctar y nos encontramos un grupo numeroso en el albergue municipal, el más humilde que he visto en todo el Camino. Sólo había unas colchonetas y unas pocas mantas, que nos repartimos para dormir lo mejor posible. Pero lo que más me sorprendió fue la actitud tan positiva de los últimos en llegar, que tuvieron que dormir directamente en el suelo, con sus sacos.
Por último, me ha quedado muy claro que para el logro de cualquier reto, la constancia es lo más importante. Consigue más quien pone más empeño. Un paso detrás de otro, no parar, seguir adelante sin sucumbir y lo más importante, siempre con buen talante, con buen ánimo, incluso cuanto aparece alguien que deja caer alguna idea negativa, que hay que desechar rápidamente para continuar hacia delante con nuestra idea, con  nuestro empeño personal.

Fotos del día 16-05-2015.

























Día 16-05-2015.



Día 16-5-2015.
Desde Cee hasta Fisterra – 20 kilómetros.

Para llegar a Corcubión desde Cee, lo hice por el paseo cercano a la playa. Junto a la iglesia de San Marcos (que está declarada Bien de Interés Cultural y es de estilo gótico marinero, aunque tiene partes barrocas e incluso neogóticas, como la fachadaI) tomo las escaleras de la derecha y por la calle de las Mercedes llego al campo do Rollo. Desde aquí subo por una calzada con unas bonitas vistas de Corcubión y Cee. Sigo por una cirta pero dura rampa hasta el campo de San Roque y, más tarde, a la aldea de Vilar.
Tras cruzar la carretera, tomo un camino que desciende y que me lleva a otra carretera. Caminado por el arcen paso por Amarela y Estorde.
Entrando en Sardiñeiro dejo la carretera, para regresar a ella de nuevo y abandonarla a la altura de la rúa Nova. Es un tramo agradable tramo, en poco tiempo llego a un mirador sobre Fisterra y el cabo. Después de cruzar de nuevo la carretera bajo hasta la cala del Talón. Sigo por otro breve tramo de carretera hasta Calcoba y el extenso arenal de Langosteira.
Muchos peregrinos siguen por la playa. Yo decido seguir por el camino, que avanza tras las dunas. Encuentro un bar donde desayunar. Con fuerzas renovadas sigo hasta el barrio de San Roque y paso junto a la cruz de Baixar, crucero de granito del XVI, que por un lado representa a Cristo crucificado y por el otro a María Inmaculada con el niño Jesús.
Ya en Fisterra, continúo hasta el faro. Paso junto a la capilla de Nuestra Señora del Buen Suceso. Ya en la carretera de acceso al Faro, paso al lado de la iglesia de Santa María das Areas, del siglo XII. El ascenso por la carretera es llevadero. Paso junto a una moderna escultura, que representa a un peregrino medieval. Llego al mojón de los 0 kilómetros, ya en el entorno del Faro.
Después de pasear un rato y de hacer bastentes fotos, dejo la vara de avellano qur he portado desde el bosque de Roncesvalles hasta aquí. Como final de etapa otros tres kilómetros y medio para regresar a Fisterra. Por la calle Santa Catalina llego a la calle Real, donde está el albergue municipal, donde me dan la Fisterrana.
Hasta la hora de tomar el autobús para volver a Santiago de Compostela, repongo fuerzas en un restaurante del puerto.
En el autobús, en 25 minutos he desandado todo lo que he camunadi durente la última jornada, luego el autobús sigue un trayecto distinto, regresa a Santiago por la Rias Altas, pasanto por pueblos como Carnota (famoso por su horreo), Muros y Noia, todo esto en dos horas. Emplea una hora más hacer el trayecto desde Noia a Santiago de Compostela.

Fotos día 15-05-2015





















Fotos día 14-05-2015 Segunda parte