viernes, 15 de mayo de 2015

EPÍLOGO.
Una vez he llegado a Santiago de Compostela, aún no retorno a casa sino que prosigo hacia el Atlántico con la intención de completar mi viaje y encontrar las últimas respuestas.
La prolongación hasta Finisterre ha sido un referente para peregrinos y viajeros a lo largo de la Historia. El peñón de piedra que se sumerge en el Atlántico, fin del mundo antaño, sigue actuando como un bálsamo de inquietudes y fuente de respuestas para aquellos que deciden continuar su camino, más allá de la ciudad del Apóstol. Más que una extensión del camino es un epílogo, una parte final para la reflexión que cierra el círculo y da más y mayor significado a la peregrinación.
Día 14-5-2015.
Desde Santiago de Compostela hasta Vilacerio – 34 kilómetros.
Desde el albergue vuelvo hasta la plaza de la catedral, a esta hora está casi vacia, se pueden hacer fotos sin gente.
Salgo de la plaza por la rúa das Hortas, entre el Hostal de los Reyes Católicos y el pazo de Raxoi (sede de la Xunta). Continuo la rúa Campo das Hortas y la rúa do Cruceiro Galo, para llegar al final hasta la carballeira de San Lorenzo. En un suspiro estoy en un ambiente rural, donde bosques de robles y eucaliptos alternan entre los núcleos de población dispersos.
Una senda me conduce a Sarela da Baixo, desde donde se ve muy bien la catedral.
Un camino bajo eucaliptos que termina en unos unifamiliares de Moas de Abaixo.
Sobre asfalto llego hasta Carballal, desde donde hay una subida pedregosa primero y de tierra sin compactar después. A continuación una bajada por pista asfaltada me lleva a Quintáns. Luego una recta asfaltada me conduce hasta el puente medieval del río Roxos, casi sin esfuerzo me planto en el Alto do Vento. Hay un bar-restaurante, es el momento de desayunar, pues en Santiago de Compostela no me fue posible.
Llego a Ventosa por la acera de la carretera. Dejo esta carretera para atravesar la población y la cruzo más adelante para regresar a ella en Lombao.
Sigo la carretera y dejo a ambos lados los desvíos a Bertamirans, Ameixenda y Castelo, para llegar hasta Augapesada. Dejo la carretera y paso junto al puente sobre el rego dos Pasos, vado medieval rehabilitado de un solo ojo.
Tras cruzar la carretera hay un bar supermercado a mano izquierda, he llegado al plato fuerte del día, la subida de Mar de Ovellas, que presenta 215 m de desnivel.
Arropado por el robledal voy sintiendo el esfuerzo, aunque me deja respirar durante algunos tramos. El primer kilómetro y medio se hace por camino y a la altura de un depósito de agua salimos a la carretera, que me ayuda a suavizar la dureza de las rampas.
Corono el alto do Mar de Ovillas, para descender por la carretera y pasar por Carballo y Trasmonte. En breve atravieso los lugares de Reino y Burgueiros. El asfalto me lleva hasta el río Tambre, que separa en dos Ponte Maceira y sirve de división entre los Concellos de Ames y Negreira. Después de Ponte Maceira tomo un sendero arbolado cercano al río que me lleva a la carretera para entrar en Barca. Dejo la carretera por la izquierda para afrontar una subida por pista hasta A Chancela.
El itinerario continúa de frente para entrar en Negreira. Es el momento de reponer fuerzas, pues como aún es muy temprano voy a seguir caminando.
Me alejo del centro de Negreira por la carrera de San Mauro, pasando bajo el arco que comunica la capilla, del siglo XVIII, con el pazo de Cotón. En su fachada se pueden ver una docena de escudos de armas pertenecientes a las familias que lo habitaron. Cruzo el río Barcala, afluente del Tambre. Después tomo la carretera que asciende hasta Negreiroa. Dejo la carretera por la derecha y paso junto a la iglesia de San Julián, del XVIII.
Por un tramo boscoso de hoja caduca asciendo hasta el alto da Cruz y salgo de nuevo a la carretera. Una recta me conduce hasta San Mamede de Zas, donde abandono otra vez la carretera para atravesar la aldea. A la salida un bonito paseo encauzado por muros de piedra y rodeado de vegetación, donde hay balsas de agua, me conduce a Camiño Real.
Un pequeño respiro y un trecho de casi 3 kilómetros en subida y algunos toboganes al final, para llegar a Rapote. Bajo hasta un cauce y recupero los metros perdidos por el monte de Espñareiro hasta A Pena.
Pasada la iglesia de San Mamede y la casa rectoral se entra en Piaxe . Más adelante salgo a la carretera a la altura de Portocamiño y sigo hasta Cornovo. A un lado de la carretera bosques y praderías conforman un paisaje típicamente rural. A la salida de Cornovo, tras el cruce a Gorgal y Xallas, dejo otra vez el asfalto y llego hasta una pequeña pasarela que salva el rego de Forxán.
Recorro el paraje Altiño do Cotón, donde se mezclan tojos, maizales, pinos y eucaliptos. Vuelvo a la carretera, un pesado tramo de asfalto de más de 2 kilometros me conduce a Vilaserío.
Día 15-5-2015.
Desde Vilacerio hasta Cee – 40’5 kilómetros.

Dejo Vilaserío y continuo por la carretera hasta Cornado. A partir de este pueblo el paisaje cambia debido a la concentración parcelaria. Un repecho y una bajada por pista, me llevan hasta la carretera, luego la dejo y al poco, tras pasar un tramo encharcado, encuentro una pista agrícola rodeada de por cultivos de maíz. Una hora escasa y estoy en el puente sobre el río de Maroñas. Lo cruzo y entramos en Mazaricos. A la entrada, dos hórreos típicos y continuo por pista vecinal hasta Santa Mariña. A la altura del crucero giro a la izquierda para desayunar en el albergue Casa Pepa. El Camino sigue a la derecha hacia la carretera, que cruzo con cuidado, pues los coches pasan a gran velocidad.
Dejo la carretera por la derecha y cojo una pista vecinal asfaltada que pica hacia arriba a Bon Xesús y Gueima. Supero un buen repecho hasta Vilar do Castro. Aquí pueden tengo que coger un desvio provisional a la derecha y seguir por la pista asfaltada dando un buen rodeo. Pronto veo el embalse de Fervenza, construido en los 60 y escenario de una multitudinaria fiesta veraniega.
En ningún momento debí salir de la carretera; pero unas flechas de desvio provisional me invitaron a tomar un camino hasta Lago dando un rodeo innecesario. Paso por Porteliñas y Abeleiroas.
Junto al desvío hacia el mirador de Corzón giro a la izquierda y llego a la iglesia parroquial San Cristovo de Corzón, con elementos desde el románico hasta el neoclásico.
En lugar de entrar en la población tuerzo a la izquierda para afrontar una recta hasta Mallón.
Giro a la derecha para tomar una carretera y llegar al puente sobre el río Xallas que divide los Concellos de Mazaricos y Dumbría. Al otro lado está Ponte Olveira.
Sigo la carretera hasta el centro de Olveiroa. Bajo por la calle del albergue y giro a la derecha para salir de Olveiroa por pista asfaltada. Luego tuerzo a la izquierda para cruzar un arroyo y tomar una senda encajada que desemboca en la pista que se dirige al embalse do Castrelo. Tras una curva cojo, por la derecha, un camino que sube hacia una línea de aerogeneradores. Más adelante dejo este camino y avanzo por la ladera de la montaña con unas vistas increíbles del río Xallas, que fluye encajonado por una tupida vegetación. Termino bajando a Vao de Ripas, donde cruzo el río de Hospital por un puente de piedra. Salvo una cuesta y entro en Logoso. Es momento de reponer fuerzas para el tramo que aún mefalta.
Atravieso Logoso y abordo una llevadera subida hasta Hospital, donde cojo la carretera. Enseguida un trecho por la carretera antigua que desemboca en una rotonda donde se encuentra el mojón que bifurca los caminos a Fisterra y Muxía.
Continuo por la izquierda, dirección Fisterra, pasada la fábrica dejo la carretera por la derecha para tomar una pista rodeada de un paisaje abierto de tojos, pinos y eucaliptos. Me conduce hasta el crucero de Marco do Couto. Continuo por un terreno similar, con vistas a mano izquierda de Buxantes, hasta la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. A continuación recorro el repoblado monte do Lousado por cómodas pistas hasta la ermita de San Pedro Mártir. Prolongo la caminata hasta el cruceiro da Armada, que podemos observar a mano derecha. Desde aquí ya se puede ver el Cabo Fisterra bañado por el Atlántico.
Tras el crucero sobreviene un empinado descenso, con vistas a la ría de Corcubión, que conduce hasta Camiños Chans y Cee, lugar donde finalizo la etapa.

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